Ya no crece más la hierba en los
campos, ya no se escucha el trinar de los pájaros en la llanura, afuera en la lejanía más allá de estos melancólicos
muros, no hay más sonidos de vida que el del hambriento susurro de los titanes,
que hace una centuria nos arrebataron el Edén y nos encerraron en estas jaulas
como bestias asustadas. Aquí estamos a salvo de sus hediondas bocas, que
apestan a matadero, pero nos marchitamos cada día mas, cada día sin tregua, en
espera del ocaso final, y me pregunto ¿qué falso Dios se oculta en las alturas
atestiguando el horror, y permanece inaccesible a las plegarias de sus hijos?
Es que acaso se divierte con la matanza, o tiene miedo o es que murió hace
tiempo y su cadáver putrefacto fue devorado por los titanes junto con nuestras
esperanzas?
Jose Manuel Gomez Campos
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