En la oscuridad de la noche se encuentra el silencio y muy en el fondo un ruinoso viejo castillo; en el habita Mari, quien no recuerda los sueños y no sabe de esperanzas.
En el tímpano de sus
oídos lleva un acorde musical, quizás alguna vez alguien en el pasado lo habrá tocado. Lo
tararea. Lo tararea mientras se arrulla
en alguna esquina.
… Mientras transcurre
la noche ronda cada pasillo en busca de
nada, de nadie.
– En el cielo la luna
se había ido y solo quedaban las sombras cubriendo el infinito.
Prefiere no ver la
luz del día, se opone a ello, se siente más complacida y se deja llevar por las
oscuras sombras de sus pensamientos. Sin sueños cierra los ojos, se clava en la inconsciencia, se pierde, se
pierde en el fondo mismo de sus extraños recuerdos mientras tararea una melodía
triste que marchita el alma.
Suena como una olla
hirviendo en la soledad del silencio.
– Son burbujas
espesas que brotan en la noche, no cualquier noche, la noche que los seres
humanos llevan dentro cuando se acaban los sueños.
Ella no sabe, no
quiere saber, pero afuera hay más que un mundo, más que lo real, más que lo
posible, lo inalcanzable a la mano de aquellos que si poseen sueños.
Ella no quiere saber
de esas cosas.
Tararea, tararea y tararea
para no pensar, para quedarse dormida… sin sueños… bajo el oscuro manto negro
que la cobija de recuerdos llenos de miedo.
A la ventana llega un
demonio con alas de fuego, trata de ocultarse en las noche sin luna… la mira
detenidamente y se enamora, se vuelve el ángel para proteger los sueños que
Mary arrojo al suelo. Le susurra mi dama y platica sin que ella escuche una
sola palabra.
– Mi dama llora,
llora lagrimas insondables, inalcanzable para los dedos y para los ojos de los
simple náufragos de la noche, llora por sí misma en las noches idas, por los
querubines muertos en cuyas alas germinan los sueños. Llora por la oscuridad
que se cierne sobre los techos de nuestros corazones, llora por el futuro
incierto que se oculta tras la cortina de nuestras tristezas. Mi dama solloza
bajo el borde del alba y se va a dormir… sin sueños, sin sueños y con más
soledad que de costumbre.
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