Entre empujones, metidas de hombros y jaloneos se abrían
paso para tener la mejor toma, el mejor ángulo posible, el mejor audio y cada
uno le hacía diversos tipos de preguntas.
Que si se extendería el horario para las revisiones de
alcoholímetro, que si se aplicaría el operativo de cierto evento público, que
si habría simulacros de alerta sísmica y más preguntas que cada uno formulaba
durante la entrevista.
Entre la gente que se encontraba mirando, periodistas,
reporteros y fotógrafos aglutinados en ese pequeño lugar, había un fotógrafo
que al parecer no le interesaba lo que estaba sucediendo en ese momento. Los
que lo miraban pensaba que estaba tonto si era algún reportero, si era algún
fotógrafo de algún medio estaba perdiendo información importante.
A dicho Secretario no tan fácil se le entrevista, decían.
El fotógrafo hacía varias tomas a un pequeño viejecito en el
balcón del frente, estaba semidesnudo, solo lo cubría un short azul de playa.
Tomaba un café recostado en un viejo sillón y no ponía importancia a nada, solo
miraba el cielo, como paralizado.
Horas más tardes y al día siguiente, en periódicos y redes
sociales circulaba la nota del Secretario de Seguridad Publica.
Solo un medio y sus redes sociales publicaron; Premio Nobel
de la Paz fulanito de tal se recupera de su convalecencia en nuestro bello
estado y el día de ayer se le vio descansando en la terrazas de un hotel
conocido; le pedimos la entrevista minutos antes de estas fotografías, pero por
riesgos de salud y recomendaciones médicas no fue posible el que nos dejaran
verlo.
Uno meses después fallece este gran personaje.
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