jueves, 1 de octubre de 2015

José Luis Sampedro: “Sin libertad lo que vivo no es mi vida”




El presente texto es un capítulo del libro 'Voces sabias. El arte de vivir en tiempos de cambio', de Elena García Quevedo, que publica Paidós Contextos. La obra reúne retratos de personas excepcionales que analizan el mundo en el que estamos al tiempo que hablaban de sus propias claves vitales. La entrevista con José Luis Sampedro (Barcelona, 1917-Madrid, 2013), economista, escritor y humanista, tuvo lugar en 2011.

A las diez de la mañana el anciano observa el ir y venir del mar sentado en el salón del apartamento de Mijas donde pasa el invierno junto a su esposa Olga. Ensimismado, rescata una idea y otra y escribe hasta enhebrar un nuevo texto. Está cansado pero entero, acaba de salir de una operación leve pero tiene presente la muerte, aunque no la teme; aún queda algo importante que hacer y dar. Quizá nunca ha sido más consciente de ello que hoy, en este preciso instante. Por eso estoy aquí, ahora lo sé. A sus 94 años le cuesta moverse, pero ya desde hace tiempo, tras un ataque al corazón en Nueva York, está convencido de que a estas alturas de su viaje por la vida, el sentido para él no es para qué vivir, sino para quién vivir. José Luis Sampedro vive para aquellos a quienes nutre; aquellos a quienes su ser ayuda a ser más ellos mismos, incluso con su propia debilidad. Quizá por ello en los últimos meses su voz se ha convertido en el faro de luz de la generación joven que está a punto de tomar las plazas de las grandes ciudades para buscar la brújula de la sociedad en crisis a la que pertenecen, a la que pertenecemos todos. Si estoy aquí es para hablar sobre ellos en la película documental ¿Generación perdida?, pero el encuentro que tengo por delante con José Luis Sampedro da para mucho más.

—El problema es que si el sistema está en crisis hay que hacer otro sistema. Pero hay que hacerlo al mismo tiempo que se deshace este.

»Esto es como la metamorfosis de los insectos. Usted coge un gusano de seda y lo ve moviendo el cuerpo con dificultad, se lía el hilo a la cabeza, se convierte en un capullo y luego en una mariposa. ¿Qué ha pasado? Pues que al mismo tiempo que desaparecía el cuerpo de gusano se estaba construyendo y manejando el sistema mariposa: los jóvenes tienen que construir el sistema mariposa. Y no lo pueden construir con las reglas de los que son gusano.

»Mire usted, con las piedras de los templos clásicos de la mitología griega se hicieron basílicas cristianas. Y luego con las piedras de las basílicas cristianas los árabes hicieron la mezquita de Córdoba y otras cosas. De modo que se puede hacer la metamorfosis, pero a base de no aceptar las verdades oficiales de ese tipo y decir que no a lo que tienen.

»Seguir como estamos es imposible porque su objetivo es lo que llaman el desarrollo sostenible, que es más de lo mismo, y eso es insostenible. Y no podemos transformar el mundo, porque somos el mundo.

“La muerte no es lo contrario de la vida: la muerte es la compañera de la vida. El día que nacemos empezamos a morir y hay que saber disfrutarlo”

Es viernes por la mañana, las gotas de lluvia caen sobre la tierra de la costa y el mar Mediterráneo cuando Olga Lucas, su esposa, treinta años más joven que él, abre la puerta. Al fondo de la sala José Luis Sampedro observa, frágil y embebido, el mar azul hasta que, pasados unos segundos, reacciona. Pronto Olga y Sampedro me invitan a pasar a una habitación sencilla, blanca y luminosa que parece un despacho de trabajo. Hoy es un día clave para mí, un premio, porque durante muchos años la voz de este hombre y su profunda humildad han supuesto para mí lo que está a punto de llegar a ser para miles de jóvenes: un guía en la noche.

—Hazte quien eres: hay que hacerse quien se es, y todos somos distintos. Pero lo que quiera que seas desarróllalo al máximo. Cada cual debe aspirar a ser lo máximo que pueda ser con sus condiciones. Y de esa manera devolverá a la vida de todos la vida que ha recibido él.

»Para ello debe contar con la ayuda de los que son afines y aprender lo que no debe hacer de quienes no son afines. Y además saber un poco lo que quiere y, sobre todo, lo que no quiere. En la vida es más fácil saber lo que no se quiere, porque lo que se quiere puede ser un gran abanico de cosas. Y cuando te ocurre algo que no quieres por de pronto di que no, y si puedes decírselo al que lo hace di no, y si no puedes sigue diciendo no. Se puede ser más libre dentro de un calabozo que como ministro de un tirano. Al joven hay que decirle que sea él, que se sienta él mismo, que se eduque para tener un pensamiento propio y procure mejorarlo con los demás, que no se crea absoluto pero que se prepare y no acepte lo que está pasando.

»Tengo 94 años y me considero un aprendiz de mí mismo. Todavía aprendo a ser quien soy. Y me moriré sin haber acabado, pero he hecho todo lo posible: hazte quien eres y hazlo fervorosamente. Y hazlo entregado a eso y en solidaridad con los demás, porque sin ellos no somos nadie. Sin doblegarte, sin hundirte, sin ceder, sin creer los inventos de los que quieren explotarte. ¡No te rindas! Trata de vivir en armonía con la naturaleza a la que perteneces. Se trata de vivir esta vida, esa es la cuestión.

»Esta vida es mi referente, esta vida es la que tenemos el deber de vivir, pero tenemos que buscar la libertad, porque sin libertad lo que vivo no es mi vida, sino la vida que me imponen.

»El amor es ansia de vida, ansia de vivir. Amor hacia uno mismo en el sentido de que uno mismo es la vida. El referente es la vida, que es como una semilla. Tenemos el germen de una vida y ese germen tiene que transformarse en árbol. Uno es un germen de vida y debe transformarse en árbol.

José Luis Sampedro, que es muy alto y muy delgado, tiene los ojos tan claros que parecen transparentes, y su gesto afable transmite ternura y cierta paz, al menos hasta que habla. Por algo se siente emigrante de su tiempo. Su mundo de origen desapareció a sus 17 años: Tánger, 1935, el lugar y el tiempo en el que los niños cristianos, musulmanes y judíos compraban golosinas en tres idiomas y vivían en paz. Aunque allí llegó a sentirse solo, también aprendió las claves de por qué la vida es mejor si es suma y cómo sí es posible ser quien uno es. José Luis Sampedro en Tánger conoció la semilla de sí mismo. Para él la felicidad depende de cómo nos relacionamos con nosotros mismos y con nuestro entorno, el afecto es imprescindible; la humildad es la clave para mantenerse en pie, y lo que le hagamos al mundo nos lo hacemos a nosotros "porque somos mundo".

José Luis Sampedro siente que la frontera le define y cree que en una polémica las dos partes tienen sus razones.

—Lo que creo que es la verdad es solo mi verdad. La verdad no es objetiva con cosas que no puedes tocar ni demostrar. Hay que pensar en la verdad de cada uno y la frontera me permite tener mi verdad, pero a la vez aprovechar y gozar de la verdad ajena.



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